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domingo, 17 de diciembre de 2017

ESTA NOCHE TE CUENTO…… QUE CREO EN LAS MEIGAS

Seres mágicos….bufff. Cerramos año en ENTC con el tema de seres mágicos. A mí, que soy la reina de lo cotidiano, que escribo sobre señoras que no recuerdan si las lentejas llevan o no chorizo, me cuesta un mundo volcarme en un mundo de hadas y elfos. Pero soy gallega, así que no me queda otra que hace un relato de Meigas…porque eu non creo nas meigas, pero habelas, hainas.


Imagen tomada de internet

YO NO CREO EN LAS MEIGAS, PERO…

Del día que te ahorcaste, apenas recuerdo nada. Los silencios de la casa, inundados por el crujir de la madera bajo los pies del dueño de la funeraria. Que era enorme. Y tuerto. Eso sí que lo recuerdo. Y que no te descolgaron hasta que llegó el juez de paz, que no vino hasta que no acabó su partida de dominó. Lo esperé a tu lado, con la vista fija en tus zapatos de domingo. Pensando en por qué llevabas el izquierdo desatado. O por qué te habías atado el derecho. También recuerdo que no fui capaz de levantar la vista más allá de tu cintura. Tus piernas colgaban inertes. Me entró el absurdo deseo de empujarlas para provocar un movimiento pendular y cadencioso, como el de esos tentetiesos con los que juegan los bebés.
No recuerdo nada más.
El tuerto te llevó a la habitación. Y nos quedamos allí solos. Fue en ese momento, cuando vi tus ojos abiertos.
Supongo que a los muertos no les queda más que eso. Una imagen congelada en la retina. La última que han visto. O la última que hubieran deseado ver. Y allí, dentro de tu pupila, estaba ella.
Haberlas, haylas.


sábado, 16 de diciembre de 2017

HAY BELLEZA DEBAJO DE LAS COSAS

Hay películas que marcan. Escenas que no se olvidan.Y en este caso para mí esta es LA ESCENA y esta es LA PELÍCULA. Por eso le debía un microrrelato, que se va directo al libro de la MICROBIBLIOTECA como finalista de Noviembre, acompañado de los Micros de Susana Revuelta, Juancho Plaza y la inconmensurable Mar Horno.





American Beauty

Fue en el cine Gónviz. Yo tenía quince. Me besó justo cuando la bolsa blanca emprendió su vuelo anárquico y etéreo. El protagonista hablaba de que había vida bajo las cosas. Yo solo podía pensar en su lengua. Abrí un ojo y me concentré en aquella danza hipnótica. Supongo que eso es la belleza. El equilibrio. Un perfecto ejercicio de sincronización. La bolsa. Sus labios. El deseo. La electricidad.
Ayer lo encontré en el pediatra. Sabía que se había casado, pero no que tuviera niños. Su mujer amamantaba un bebé. Boca. Pezón. Dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Javier, grité. Y mi hijo dejó de molestar a una niña rubia. Javier también me miró. Desvié la vista hacia la ventana. Hacia un enorme liquidámbar. Rojo. Marrón. Naranja. Javier, dijo su mujer. Y mi hijo dijo qué. Y él dijo qué. Y su hijo siguió mamando. Dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Entrecerré los ojos, esperando ver brotar mil bolsas blancas de las ramas del árbol. Nada. Hasta que nuestras miradas se cruzaron. Un segundo. Dos. Doce. Setenta y ocho. Tras la ventana, comenzó a llover. El liquidámbar agitó sus ramas. Hay vida debajo de las cosas, pensé.
También pensé en su lengua.
En el equilibrio.
En la puta electricidad.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

DEIXE A SÚA MENSAXE DESPOIS DO SINAL

Non sei nin como comezar esta reseña. O libro que teño entre as mans marcoume tanto, foi tan especial, que non son quen de expresar agora con verbas o que supuxo o proceso creativo de Deixe a súa mensaxe despois do sinal. Foi un proceso doloroso. As miñas mulleres tocáronme moito. Chorei e rin con elas. Tocáronme tanto, que incluso despois de ter rematado a novela, seguín enganchada a elas moito tempo. Volvía recurrentemente a estas mulleres. A Carmela, a Sara, a Viviana e a Marina. Mulleres que nada teñen que ver comigo e que, pola contra son coma todas nós. Xa van varias persoas, que, tras lelo, me dixeron, elas teñen un pouco de todas nós. Si que é así.





Pouco máis teño que dicir. Esta novela pon de manifesto unha das miñas obsesións coma escritora. A ausencia de comunicación entre as persoas na era en que a tecnoloxía pon á nosa disposición todos os medios para que esa comunicación flúa. E só que, ás veces, o fluxo de comunicación é unilateral ou, non o sendo, ráchase por causas inesperadas. E tras rematar esta novela, quédame claro que a escrita é o meu contestador co mundo. Tan só podo agradecer a todos os que, ao cabo do libro están aí para escoitarme. 

viernes, 13 de octubre de 2017

OTOÑO ENTECIANO. ARTE. ARTISTAS.

Y ya estamos en otoño. En breve Winter is coming. Y por muy abandonadito que tenga mi blog, la cita con Esta Noche Te Cuento es ineludible.
Ahí va mi aportación. Ha quedado calentita. Será que este Otoño, ha salido más cálido de lo usual.
Y con colores cálidos, está pintando mi hija Xoana su nuevo cuadro. Como esta vez va de artistas, elijo su cuadro para acompañar esta lectura.
Buen Otoño a todo el mundo!!!!

Cuadro de Xoana Penas Portabales.

Dos cervezas, seis chupitos.

Me invitó a una cerveza. Yo lo invité a otra. Era muy alto. Me gustó su cuerpo. La longitud de sus brazos. La anchura de sus hombros. En cuanto lo vi, deseé pintarlo. Sacarle la ropa. Medir la distancia exacta de su cintura, sus caderas, su pecho. No era cuestión de musculatura, ni de belleza. Era la proporción. La de los dedos en relación con su mano. Su fémur comparado con su pierna.
Nos fuimos a otro pub. Un tequila. Otro. Limón. Otro tequila. Saliva. Su lengua y su aliento en mi cuello. “Preciosos ojos” dijo. Metió su mano bajo mi falda. Bajo mis bragas. Lo sentí dentro. Me colgué de su cuello. Nos movimos rítmicamente.  Gemí. Gimió. Gemimos. Intenté medir su pasión desmedida. Acaricié su pelo rubio. Tan rubio. Enterré mi rostro en su cuello. Memoricé el contorno de su cara con las yemas de mis dedos para poder pintarlo después.
No le di mi número. Ni lo volví a ver hasta hoy en la galería, ante su cuadro. Él me susurró al oído. “Hola, ojos de meiga”.
Yo medí mentalmente la distancia entre su nariz y sus labios.
 Y sin emitir un solo sonido, gemí. Gimió. Gemimos.

miércoles, 2 de agosto de 2017

TOCA IR DE VIAJE

Toca viajar. Toca publicar en Esta Noche te Cuento. Me he dedicado a perseguir un globo aunque mejor debiera haberlo titulado ¿Tienen pubis las sirenas????

Imagen tomada de internet
EL ÚLTIMO VUELO

El viejo, pitillo en mano, y con su gorra de capitán calada hasta los ojos, apenas presta atención al chiquillo. Con su otra mano, improvisa un nudo endeble en la muñeca del niño, mientras expulsa el humo del cigarro.
Cuando el nudo se deshace, el globo se eleva con ansia y urgencia. El viejo observa su ascenso fulgurante, entorna la mirada y persigue su vuelo hasta que no es más que un punto de sangre en el firmamento. Lo imagina meciéndose sobre otros cielos, mientras divisa puertos desde las alturas. Mil puertos. Esos que se visitan antes de llegar al mil uno. Puertos en los que huele a salitre, gasoil y desesperanza. En los que siempre hay mujeres de cuerpos ajados que se disfrazan de nuevos para un viejo marinero. El globo continuará su camino. Vislumbrará sobre las aguas coronas de espuma, argentinas como el pubis de sirenas ancianas. Finalmente descenderá con el sol, en el crepúsculo, para hundirse en las gélidas aguas de cualquier mar.
El niño rompe a llorar y tira de la manga del abuelo, sacándolo de su ensoñación.

El anciano tira el cigarro y pisa la colilla, mientras piensa que quisiera ser globo. Ser niño. Ser.

domingo, 25 de junio de 2017

#historiasconorgullo

Bueno, domingo por la tarde. El pasado concurso de Zenda ya se lo llevó el viento. Vamos ahora a por las historias con orgullo. Mi apuesta: Teresa vuelve a fumar.
Imagen tomada de Internet.



Teresa vuelve a fumar


Diez años desde que abandonó esa cajetilla en la mesilla de noche
Nueve tratamientos hormonales.
Ocho palizas a la salida de una discoteca.
Siete mil euros gastados en la sección de contactos de El País.
Seis sesiones al año para mantener el colágeno en los labios.
Cinco pelucas rubias.
Cuatro desengaños amorosos
Tres años ahorrando para una vaginoplastia por inversión peneana que la llena de orgullo.
Dos personas en una cama con la luz encendida.
Un polvo increíble con el primer hombre que le ha llamado Teresa sin dudar.

Abre el cajón de la mesilla, saca la cajetilla de Camel, enciende un cigarrillo, aspira el humo y dibuja  una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez volutas de humo tan perfectas que no sabe si reír o llorar.


domingo, 18 de junio de 2017

Puuuuuuuuuuuuuuum


Seguimos con Zenda.  Con la mujer a la que el viento ayudó a volar.
Imagen tomada de Internet
Puuuuuuuuuuuum


Salta del piso treinta y seis. Debería estrellarse contra el asfalto en apenas unos segundos. Si todo sucede conforme a lo planeado verá toda su vida desfilar frente a sus ojos. Así que se prepara para ver pasar a toda velocidad el patio de su colegio, una Barbie Malibú, un traje blanco de comunión, un beso en el patio del instituto, la facultad de Filosofía, una tarde de cine, el interrail por Europa, la boda con Javier, el nacimiento de Iván, los papeles del divorcio, la nueva novia de Javier. Puuuuuuuuuuuum.
Nada. No hay impacto. Abre los ojos y ve que apenas ha descendido unos metros. Cinco o seis. El viento la mece suavemente. Se aleja del rascacielos. Su pelo se alborota y una sensación de levedad se apropia de ella. Se siente como aquel globo con forma de Spiderman que un día escapó de la muñeca de Iván.
Así que vuelve a cerrar los ojos e imagina una nueva vida. Con Javier. Sin Javier. Da igual. Se ve a sí misma encontrando trabajo. Pagando el alquiler y evitando el desahucio. Recuperando la custodia de Iván. Conociendo a un hombre encantador en la cola del súper. Y hasta le da tiempo a aceptar su invitación para ir al cine. Revive una cena con ese hombre, al que bautiza como Jorge, en un restaurante tailandés al que siempre había tenido ganas de ir. Deja que la acompañe a su casa. Y hacen el amor en el ascensor, porque son incapaces de esperar a llegar arriba. A ese piso treinta y seis donde hace apenas unos minutos fue tan infeliz.  Se besan, se lamen, se desnudan...
Cuando se estrella contra el suelo, siente un orgasmo tan intenso, tan de verdad que no percibe nada de lo que sucede alrededor. Ni siquiera que hace ya seis segundos que el viento ha dejado de soplar.


sábado, 17 de junio de 2017

Tic tac

Vuelve Zenda. Una razón como otra cualquiera para sacar la pluma a pasear una tarde de sábado. Sobre todo si afuera estamos a 40 grados. El tema esta vez es el viento. La de cosas que hace por nosotros, verdad??? Mi relato se llama "Tic tac". Lo de siempre. Pasen y lean. 
Imagen tomada de Internet.
Tic tac

Durante un instante el viento cesa. Solo dos segundos. Dos. Tic tac. Tic tac. Y una minúscula partícula de polen se desprende del estambre y cae al suelo. Así, sin más. Se desploma atraída por la fuerza de la gravedad y se deposita sobre la tierra. De haber caído tres, cinco, cien segundos antes, una ráfaga de viento la habría transportado apenas unos metros. Habría cabalgado sobre la brisa, invisible a los ojos humanos, y se habría depositado suavemente sobre un estigma. Y luego, ya sabes, el milagro de la vida que sigue su curso. La tierra, con su vientre fecundo, hubiera hecho brotar una planta, una flor, diez flores, una docena, dispuestas para ser cortadas, colocadas en un ramo y rodeadas de un papel celofán transparente estrangulado por un enorme lazo rojo. Y ese ramo, llegaría a la puerta de tu casa, de las manos de un repartidor de Interflora que te lo entregaría una vez que estampases tu firma en un recibo amarillo y azul. Luego, tú cogerías el ramo y aspirarías la leve fragancia de las rosas antes de colocarlas en ese jarrón de cristal que tienes en el aparador del salón. Y, finalmente, abrirías el sobrecito que habrían prendido del lazo rojo con una pequeña pinza de madera, coronada con una falsa mariposa de papel de las que venden en el bazar chino por cincuenta céntimos. Dentro del sobre estaría mi disculpa. Y ese “Lo siento, Lorena” sería suficiente. Cogerías tu móvil y me llamarías.

Claro que eso no sucede. Ya te lo dije. Cesó el maldito viento. Cesó durante un instante. Sin razón. Sin lógica. Y aquí seguimos, separados por trescientos kilómetros, mil mentiras y dos segundos. Tic tac. Tic tac.

martes, 13 de junio de 2017

Superhéroes

Llega el turno a la aportación en el bimestre de Esta Noche te Cuento. Me he tomado alguna licencia literaria porque el Cíclope de XMen creo que tiene dos ojos y no uno. Pero me parecía que quedaba mejor así.
Así que espero que os guste mi mujer normal enamorada del hombre extraordinario.


Cíclope

Amé a un hombre con un solo ojo. Vaya si lo amé. Desde el primer instante en que clavé en él mis dos simples y vulgares pupilas. Supongo que es posible que la gente especial ame de manera común. Que la gente común pueda amar de manera especial. Lo sé ahora. No lo sabía entonces. Solo sabía que a su lado me sentía normal. Corriente. Mediocre. Ordinaria. 
Amé a un hombre con un solo ojo y él también me amó. No amó a Tormenta, ni a Mística. Ni a Jane Grey. Eso fue después. 
Y lo dejé. Vaya si lo dejé. Lo dejé después de una mirada, dos paseos y tres besos. Le mentí. Le dije que me había enamorado del dueño de una charcutería de Westchester. Debí ser muy convincente, porque su enorme ojo se veló y lloró como solo él podía hacerlo, liberando una única y gigantesca lágrima de fuego. Debí de comprender entonces que cometía un error. Que la diferencia entre lo normal y lo extraordinario no siempre es tan evidente. Lo sé ahora. Porque cada vez que evoco nuestra despedida siento latir mi pulso desbocado, y los corazones parecen salírseme del pecho.

Los dos. 

jueves, 11 de mayo de 2017

MUSAAAAAAAAAAAAAAAAS

Y mis musas han gustado en La microbiblioteca. Qué alegrón estar ahí. Nada más que decir. Que eso. Que gracias. Al jurado y a todos los que me habéis felicitado en las redes.
Os dejo con mis musas y con las que inspiraron a mi hija Xoana en la elaboración de su primer cuadro (orgullo de mami, ejemmmmm)


Cuadro de Xoana Penas Portabales

Las musas

No había visto llorar a mi madre hasta el día en que mi padre murió. Hay algo antinatural y sobrecogedor en el llanto de una madre. Uno no sabe cómo consolarla.
Papá murió un lunes de madrugada. Estiró su mano y agarró la de mi madre tan fuerte que le rompió los veintisiete huesos de su mano. Si le preguntas a mi madre cuál es el sonido de la muerte, te dirá que es muy semejante a un estallido de pajas secas. Ella, como pudo, se liberó de la mano inerte de mi padre. Luego se levantó, se aseó y se vistió de luto riguroso. A mi padre lo velaron en la biblioteca, rodeado de toda su obra: doce novelas, un libro de cuentos y tres ensayos.
Anochecía cuando llegaron ellas. Altas, hermosas y sutilmente transparentes. Así las recuerdo. La mayor de todas se acercó a darnos el pésame. Mamá, que llevaba toda la vida esperando este momento, levantó su mano sana y le dio un bofetón. “Ahora es solo mío”, dijo. La musas, respetuosas, retrocedieron en silencio. De repente, sus ojos dorados se fijaron unánimemente en mí. Sentí sus voces susurrantes. La menor de todas se me acercó y me miró fijamente a los ojos.
Fue en ese momento cuando mi madre, totalmente vencida, rompió a llorar.


martes, 25 de abril de 2017

SEGUNDA RONDA DE LA COPA: CANTAUTORES

Superada la primera fase de la copa. Bien jugado Cristina y Raquel!!!!! Ya en segunda ronda toca hacer un homenaje a los cantautores. Mi contrincante es Anna López Artiaga. Y la canción que nos inspira: 19 días y 500 noches. 






He decidido hacer un Rewind. Me encanta hacerlos (este no es el primero que hago). Pero no me culpéis. ¿A que sería genial poder dar marcha atrás a nuestro antojo?


HAGAMOS UN REWIND

Como en esas cintas VHS de los ochenta. Tras quinientas noches de ausencia aparecerías en un taxi, lanzarías dos besos, caminarías marcha atrás, entrarías en  casa y colocarías tu rostro en el espejo y tu ropa en los cajones, justo después de que te dijese que quería quererte tras un fin de semana lleno de besos, piel y saliva. Entonces retrocederíamos rápidamente hasta ese bar de Malasaña. Tú estarías apoyada en la barra. Yo me fijaría en tus piernas infinitas. Me acercaría a ti y mi voz canalla susurraría por segunda primera vez: “Camarero, un güisqui on the rocks”.

miércoles, 19 de abril de 2017

INSTRUCCIONES PARA LA MICROBIBLIOTECA

Feliiiiiiiiz, porque en la Microbiblioteca han seleccionado este relato y me cuelo ya en el librito anual. Nivelazo en los acompañantes y en la ganadora mensual Rosa Martínez. 
En la Microbiblioteca han acompañado el relato con un dibujo infantil. Mi hija Sabela se ha pasado toda la tarde haciendo uno para mí, no fuera a ser que colgase un dibujo de niño ajeno!!!!

Dibujo de Sabela Penas Portabales
Instrucciones para seguir viviendo después de una llamada de la Guardia Civil a las tres de la madrugada un sábado de febrero

Hágalo ya. Convierta su habitación en estudio de yoga o sala de estar. Tírelo todo. Móvil. Tablet. Libros. Vacíe el desván. Nada de ropa vieja. Deshágase de las carpetas escolares.  De esos dibujos de casas unifamiliares con chimeneas humeantes (inexplicables en un niño que siempre ha vivido en el piso 16 de un bloque de apartamentos), rodeadas de jardines verdes (ese verde luminoso que solo existe en el paquete de ceras Milan). Los apuntes de la Universidad también. A la basura. Silencie el móvil. Consuma telebasura. Evite los telediarios. Y la información del tráfico. Durante las comidas, limite los temas de conversación con su marido. Fútbol. El tiempo.   
Mejorará. Pero aun así, con la casa y el desván vacíos, el teléfono apagado, la tele encendida en su nueva sala de estar que puede hacer las veces de cuarto de yoga, y una conversación trivial que versará sobre las nieblas matutinas, seguirá teniendo irreprimibles deseos de llorar a todas horas. 
Pero al menos sentirá que, esta vez sí, ha hecho todo lo posible para evitarlo.
Me refiero al llanto, claro. 



ARRANCA LA COPA ENTC.

Comienza la Copa del Microrrelato. Primera fase con unas durísimas contrincantes.
Estos son los números de la PRIMERA FASE:

  • 3 escritoras Dos gallegas (Cristina Requejo y yo) y una Palentina, mi RECompañera Raquel Lozano.
  • 100 palabras.
  • 2 objetos obligatorios: jabón y Postales de La Habana.
Que ruede el balón...o las palabras


Y aquí va mi propuesta:


DOMINGO DE PASCUA

Resucité al tercer día, como mandan los cánones. Me dirigí a casa  y entré a hurtadillas para no asustarlas. Marieta hacía pompas de jabón apoyada en la ventana. Mi esposa bailaba de espaldas a mí. No reconocí el disco. La portada, sobre la mesa, me recordaba a la de esas postales de La Habana que tenía mi abuela. Parecían felices. Ni asomo de la desolación que había imaginado. Decidí marcharme. Ya de vuelta en mi nicho, me acomodé torpemente y cerré los ojos. Supongo que fue entonces cuando descubrí que los muertos, por mucho que lo intenten, no pueden  llorar. 

lunes, 17 de abril de 2017

QUINIENTAS LUNAS GRISES



Imagen tomada de internet. Publicada por la Nasa. Imagen de la expedición Apolo XI


Quinientas lunas grises

Voy a contaros una historia”, dice el viajero.
Se comunica con ellos a través del pensamiento. Resulta más fácil de lo que había imaginado durante el aprendizaje. El viajero tiene miedo. El jefe de los hombres grises lo mira con su único ojo. 
“¿Qué es una historia, viajero?”
El viajero había sido el número uno de su promoción en Yale. Es experto en física cuántica y astrofísica. Ha resultado elegido por la NASA entre más de cinco mil aspirantes para su misión. Y sin embargo, no sabe contestar esa pregunta. 
Los habitantes lo rodean. El círculo que forman a su alrededor se va estrechando. Siente su aliento. Intuye el peligro.
“Llamadme Ismael”, grita el viajero. Y les ofrece imágenes de océanos profundos. Muestra la lucha de un hombre contra un ser gigante, como nunca han visto en ese planeta gris. Sabe que está salvado cuando el jefe hace un gesto con su extremidad derecha, un tentáculo largo y filamentoso. Cuando acaba la historia, todos quedan en silencio. 
Eso sucedió hace tres días. Ahora está en su poblado. Según lo planeado. Quedan muchos meses para ganarse su confianza. El poblado también es gris. Los habitantes son seres cenicientos y solo su ojo amarillo rompe la monocromía del planeta. Hasta su luna despide una luz plomiza que se confunde con la línea del horizonte.
“Viajero, cuéntanos otra historia”, le piden cada día. Y él abre su mente, como si fuese un gran libro. Les habla de Huck y del joven Jim. Les explica lo que es la libertad. Y a ese día le siguen otros días. Otras historias. Como la del hombre que confundía molinos de viento con gigantes. No alcanzan a entender la angustia de Gregorio Samsa. El viajero, explica que así se siente él. Distinto. Y lo comprenden. Les habla del amor. Heathcliff y Catherine. Viajan por el planeta azul del viajero subidos en globo. 
Se suceden los días. Las historias. Hasta que un día se acaban.
“Viajero, cuéntanos una historia”. 
El viajero calcula que faltan tres meses para que vuelva el equipo de rescate.
“Viajero”, claman los habitantes. 
Y el viajero, que ha sido el primero de su promoción en Yale, y es capaz de descifrar una pizarra llena de ecuaciones, no recuerda más relatos.
El jefe se impacienta. Aparece en su ojo amarillo un destello de furia.
“Se llamaba Mary Jane”, improvisa el viajero. “Era la chica más bonita del instituto. Y yo un jodido empollón. No sabéis lo difícil que es para un cuatro ojos, presidente del club de ciencia del instituto de Ohio, salir con la chica más popular del instituto. Pero a Mary Jane le gustaba mirar el firmamento. Un día me pidió que le explicase qué era una lluvia de estrellas. Que la acompañase a ver una. Le enseñé a dibujar constelaciones con su dedo índice. Casiopea. Andrómeda. Y nos hicimos amigos. Como lo somos nosotros ahora. Un día la besé. No entenderéis, ni en cien lunas grises, lo que se siente”.
Y el viajero sigue hablando. Día tras día. Luna gris tras luna gris. Les cuenta otras historias. Las suyas. La beca en Yale. La muerte de su madre por un cáncer de páncreas. La boda con Mary Jane. Su primer empleo en el Instituto de Ciencias de Ohio. La llamada de la Academia Nacional de Ciencias. El nacimiento de Rose.
Intercala esos grandes acontecimientos de su vida con historias comunes. El sabor de la hamburguesa con pepinillos en el bar de Al. La primera función de Rose, en la que lloró tanto que no quiso subirse al escenario. También les cuenta que añora la tarta de arándanos de su madre. Todos juntos saborean la cremosidad del queso fresco que contrasta con la  acidez de los frutos rojos.
Y un día les habla del accidente que sufrió Mary Jane en Arlington Street. Y ve el horror en sus caras cuando desvela que ella falleció en el acto. No así la pequeña Rose. Rose aguantó casi setenta horas. Porque era una pequeña luchadora. Y les muestra el rostro de aquel conductor borracho.
“Él es tu Moby Dick”, sentencia el jefe. 
También les habla de la tristeza. “¿Qué es la tristeza, viajero?”. “La tristeza es una lluvia de estrellas sin Rose ni Mary Jane”, responde. Confiesa que es la tristeza la que lo llevó a presentarse voluntario para esa misión.
Y finalmente explica su misión. Faltan apenas diez lunas para que sus compañeros vuelvan. Esperan que él se haya ganado su confianza. Les cuenta que los viajeros que vienen no lo harán en son de paz. Que ambicionan ese planeta gris. Que no se conformarán con contar historias. 
“Todos moriréis”, grita. Y mil imágenes de destrucción se desploman sobre ellos.
Los habitantes lo miran con horror. Los mismos ojos que habían llorado la muerte de Mary Jane y de la pequeña Rose, se fijan al unísono sobre el viajero.
“Viajero, dinos que eso es también una historia”.
Y el viajero niega con la cabeza. Les dice que deben sacrificarlo a él. Dejar su cadáver en el centro de la llanura. Luchar contra los humanos. Y el jefe responde que no puede. Que son amigos. Como Huck y Jim. 
Pero el viajero explica que es necesario.
Los habitantes grises lloran con su único ojo amarillo, por el viajero que llegó del cielo, repleto de historias.
Todos lo acompañan a la gran llanura. Está a punto de anochecer. El gran jefe, enrosca su largo tentáculo alrededor del cuello del viajero y aprieta fuerte. “Te echaremos de menos, viajero”. 
El viajero extiende el dedo índice. Con ese dedo dibuja el perfil de una imaginaria Osa Mayor. Y siente que el corazón se ralentiza a medida que el jefe presiona más y más fuerte. Aunque sabe que da igual. Que ya se paró hace cuatro años en Arlington Street. Fija sus ojos en la luna gris que emerge en el horizonte.
Y sonríe.



domingo, 16 de abril de 2017

Una bufanda, Cygnus Loop y una tarta de galletas.

Vamos a agradecerle a Zenda que le esté dando vidilla a todos los blogs con sus concursos de escritura. Y con más ganas si el tema son los libros. Lo dicho, pasen, lean (y busquen su estrella)
By NASA/JPL-Caltech - This file was derived from  Cygnus Loop Nebula.jpg:, Public Domain,

Una bufanda, Cygnus Loop y una tarta de galletas

No hay nada más hermoso que la imagen ultravioleta de la nebulosa Cygnus Loop. Así que acostumbro a cerrar los ojos y a recrear esa imagen. Para eso sirven las estrellas. Se iluminan para que cada uno pueda encontrar algún día la suya. Me tatué esa frase de El Principito en el antebrazo izquierdo. Y una rosa en el derecho. Por si acaso me da por abrir los ojos. Por si acaso me da por romper la norma número uno y dejar de pensar en cosas bonitas. Aunque no suelo hacerlo. Prefiero quedarme así, con los ojos cerrados. Esperando. Ni cuenta se dan. Cierra los ojos y piensa en cosas hermosas, me aconsejó Lidia el primer día. Claro que el concepto de belleza es subjetivo. ¿Has visto alguna vez algo más bonito? Mi madre suele preguntarme eso cada domingo, mientras coloca en el centro de la mesa una tarta enorme de coco y galletas. O cuando me enseña una bufanda que me está calcetando. Para que no tengas frío, nena. Que todo el día me andas fuera de casa. El concepto de belleza es subjetivo. Está claro. Cierro los ojos más fuerte y me concentro en una galería de imágenes del Universo. Centaurus A, la galaxia caníbal.  Él empieza ahora a embestir fuerte. Se mueve cada vez más deprisa. Me esfuerzo por acompañarlo con un rítmico movimiento de caderas. Cierro los ojos aún más. Hasta que me escuecen. Piensa en cosas hermosas, dice Lidia. Pienso en el Telescopio Hubble. En una luna de Saturno. Cuando llego al cinturón de estrellas de Orión, el hombre eyacula con un gemido bronco, gutural. Deben ser casi las once de la noche. Mañana tengo un examen. Me tengo que ir ya. Aún me daría tiempo a atender a otro si no fuera porque todavía tengo que repasar. Le diré a Lidia que se lo quede ella. ¡Mierda! Solo son las once menos cuarto. Da igual, le diré a mamá que han cerrado la pizzería antes. Y claro, empezará con el sermón.  "Ay nena, de qué me sirve que seas tan lista, si más te valía trabajar en un Zara o en un Primark o estudiar para peluquera, que yo que sé, mira la niña de la Charo, que ya se colocó nada más salir de la academia de peluquería y tú todo el día con las estrellas. ¿Dónde se ha visto que eso dé para comer? Y estas becas, ¡ay Señor! que no alcanzan para nada. ¿Y cuándo me estudias, reina? Si entre las clases y el trabajo en la pizzería ya no te queda tiempo. Y mira la niña de la Charo... Si la culpa es mía por dejarte leer tanto. Y del Julián, por supuesto. Mira la chifladura esa que te ha entrado con los planetas. ¿Y a dónde me vas sin tu bufanda?, que es abril, pero las noches son frescas....”

Y sí, claro que la entiendo. Que tiene razón. Ya me gustaría a mí conformarme con ser como la hija de la Charo. Si lo tiene fácil. Si lo jodido es estudiar astrofísica cuando tu madre es viuda y limpia portales. Lo jodido es que a una le pongan en la ESO profesores increíbles como Julián, que te regala una primera edición del Principito y te enseña que las estrellas están ahí para eso. Para brillar. Para que tú encuentres la tuya. Lo jodido es que la beca no te dé para la matrícula, los libros, la clases de inglés, y el viaje a Estados Unidos que quieres hacer al acabar la carrera. Lo jodido es tener que cerrar los ojos mientras haces una mamada por sesenta euros. Así que ya me gustaría a mí conformarme con hacerle las uñas de gel y la permanente a las señoras de mi barrio. No. Lo mío sí que es jodido. Y lo peor, mentir a mi madre. Que ahora, justo ahora, está sentada delante de la tele, viendo la temporada cien mil de “Cuéntame”. Cuéntame, podría decirme. ¿Y qué te cuento mamá? Que la pizzería ha cerrado antes. Que le he pedido al dueño unas horas para estudiar. Y tendré que decirte también lo otro. Lo del viaje. No hoy. Hoy ya tengo bastante. Quizá para el mes te lo diga. Te llevaré a comer a un centro comercial. Y ahí ya te lo cuento. Que después de licenciarme, me iré. Que ya tengo los billetes sacados. Para el 16 de julio. Que si todo va como pienso, conseguiré una beca para hacer un posgrado en la Universidad Embry-Riddle. Me voy a Florida, mamá. Eso te diré.  A ti, la mujer que friega suelos y encuentra la belleza en una tarta de galletas. Y me enfadaré cuando no me entiendas. Si ya sé que no me vas a entender. Me voy a Florida. Eso te lo puedo decir. A hacer lo mismo que aquí. Eso no. Eso no te lo diré. La culpa es mía. Por no ser como la hija de la Charo. La culpa es de Julián, por regalarme ese libro, por enseñarme a no conformarme.  Me voy a Florida a cerrar los ojos fuerte. Y a pensar en algo bonito, como dijo Lidia. Me voy a Cygnus Loop. No. Todo eso no te lo puedo contar. Te diré solo que me voy. Que me llevo la bufanda. A Florida. Qué ridículo. Da igual. Te diré que echaré de menos tu tarta de galletas. Qué sé yo qué te diré, mamá, qué sé yo...