Aprovecho para desearos a todos los que paséis por aquí unas Felices Fiestas y prósperas letras y realidades para 2014.
Gracias por pasar por aquí aunque últimamente yo...lo hago muy poco.
El boomerang
Apareció por Navidad. El año en que cumplí diez. El mismo en
el que había alcanzado la madurez suficiente para saber por qué llevaba solo el
apellido de mi madre. Un día llamó al timbre y me dijo, "Hola Andrés"
mientras me sacudía el pelo. Yo me quedé callado y cuándo mamá se acercó a él y
se abrazaron con fuerza comprendí quién era. Y que si deseas algo mucho,
sucede.
En los días siguientes descubrí que tener padre era lo más.
Venía cargado de historias de viajes y
de su mochila extraía todo tipo de objetos fascinantes: un boomerang, un látigo
o una máscara de faraón...No me cansaba de escucharle.
Cada detalle de las siguientes dos semanas está clavado en
mi memoria: la sopa de tapioca de Nochebuena, el vestido que estrenó mamá en
Navidad, a Michael Jackson vestido de zombi en fin de año y la cabalgata de
reyes.
Pero sobre todo recuerdo la sonrisa de mamá y lo feliz que
parecía.
Cuando desperté el día seis, mamá tenía los ojos rojos. Ya
no sonreía.
Desayunamos en
silencio. Solos. Bajo el árbol encontré el boomerang.
Me asomé al balcón y lo tiré con rabia.
Inexplicablemente, tampoco volvió.